Antes de las vacaciones, se realizó el primer encuentro virtual entre los chicos y los residentes, en el que se construyeron diez almácigos y se sembraron los primeros cultivos: amapolas, perejil, cilantro, lechuga, etc.
Los coordinadores del taller, Lis Ullerup y Juan García, junto a Marcela Mitre, estuvieron con los residentes en forma presencial, mientras que los estudiantes participaron a través de Zoom y dieron las indicaciones para iniciar la huerta..
La iniciativa generó tanta alegría y entusiasmo en los residentes que nos sorprendió a todos y nos impulsó a continuar trabajando en esta idea y proyectar a largo plazo.
Una vez que las plantas tengan un tamaño determinado, se van a trasladar de los almácigos a la huerta de la escuela. Para saber en qué momento hacerlo, se hará un seguimiento virtual de los cultivos. Cuando se trasladen a la escuela, la idea es que los residentes puedan venir a verlos y, si la pandemia lo permite, en algún momento se hará un encuentro presencial entre residentes y estudiantes.
Durante tres años en forma consecutiva, la escuela trabajó con el Hogar San Andrés en un proyecto que incluía visitas al nivel inicial y el intercambio de los alumnos con los residentes. Sin embargo, la pandemia complicó la continuidad de las actividades y, a partir de ahí, empezamos a pensar nuevas formas de vincularnos con el hogar. De esta forma, surgió el nuevo proyecto que comenzamos antes del receso escolar y que continuaremos durante este año.
El taller de huerta, además de contactar a los chicos con la naturaleza y enseñarles a producir sus propios alimentos a partir del trabajo de la tierra, busca vincularse con la comunidad a través de diferentes proyectos, que siempre tienen un lado solidario y de servicio que no solo busca acompañar a otros sino que nos enriquece a todos.